domingo, 3 de febrero de 2013

Bobó de Camarones de la Quinta Dimensión

Los comienzos de año inevitablemente traen propuestas y propósitos. Cuando conversaba con Jaime Forero hace unas semanas, me preguntó por algunos de mis propósitos para este año. Me agarró de sorpresa la pregunta y creo que balbuceé algunas incoherencias. Lo cierto es que me dejó pensativo y enseguida me llegó la necesidad de reactivar la Wikocina. Así que, heme aquí, con las más fuertes intenciones de reactivar este blog con pretenciones mensuales.  

La primera vez probé el bobo de camarones fue en un restauran brasileño, la Garota de Ipanema, creo que quedaba en los Chaguaramos en Caracas. Debió haber sido una versión muy particular porque nunca más vi parecido a aquellas croquetas de yuca con sabor a camarón flotando en una salsa roja condimentada. Cuando otras veces repetí el plato en Brasil, de donde supuestamente proviene, tampoco me tropece con aquella versión.  Recuerdo que, en esa primera oportunidad le pregunté al mesonero y me dijo que era una mezcla de yuca y polvo de camarón seco. Como siempre, viene la ingeniería en reverso y la imaginación pone el resto y les presento una versión muy particular del plato que cocinamos a 8 manos en la casa de Herbert Hoeger, en la Quinta Dimensión.  

El cuento comenzó también esa dimensión durante una conversa aderezada con unos whiskys de malta, Allí comenzó el proyecto de secar camarón para hacerlos polvo y cocinar esta versión del Bobó.  
Había visto polvo de camarón seco en mercados de Africa y México. Compré un poco alguna vez en México y resultó como masticar cartón molido. No había forma, había que encontrar ese polvo con sabor a lo que era. 
Berti es amante de los gadgets y no podía faltar un deshidratador en su repertorio. Me dio de probar unos ajíes dulces deshidratados y aluciné. Acto seguido, par de bolsa de ese producto exótico fueron a parar a las despensas de Jota y el Gaucho Herrera. 

Y así se comenzó a secar 2 y 1/2 Kilos de camarones con un 1/4 de ají dulce, para luego pulverizarlo. De esa forma se hizo y 2.750 gr quedaron convertidos en 600 gr de un polvo que huele que es una maravilla. Entonces llegó el momento de la verdad, hubo que hacer el plato a partir de los recuerdos. 

Ysabel, experta en buñuelos de yuca sanjuaneros ejecutó la confección de los "buñuelos de camarón" y, para continuar con el festival de ají dulce que nos hermana como venezolanos, le hicimos una salsa de ají dulce. Nada complicada, la misma cantidad de cebolla que de ají, aceite de oliva, sal y pimienta al gusto. 

Desafortunadamente hoy no hay receta, solo la recreación de un recuerdo de mis épocas de estudiante en Caracas.